El Pacto del Silencio. Precisiones históricas

24.10.2016 16:01
 

“La historia-que tiene sus exigencias ineludibles, no puede hacerse desaparecer entre las brumas del olvido, ni existe poderosa inteligencia humana cap

az de falsearla. Los hombres y los hechos tienen su fin necesario y útil”.   Máximo Gómez Báez*

*Carta de M.Gómez a Manuel Sanguly,15 de diciembre de 1896.Archivo Histórico del Museo de la Ciudad.

Prof. Eduardo Milian. (Obra protegida por los derechos de autor en facebook) La seriedad  y fiabilidad de los contenidos aquí  expuesto está por encima de cualquier criterio unilateral .El articulo ha sido escrito  utilizando fuentes de probada veracidad.

PREAMBULO

  A raíz del 119 aniversario de la luctuosa fecha que señala la caída en combate del Lugarteniente General Antonio Maceo y su Ayudante en San Pedro se publico un artículo que despertó algunas interrogantes, entre las que más llamo mi atención es el desconocimiento que desafortunadamente se tiene acerca del denominado “Pacto del Silencio” el día de la inhumación de los preciados restos de los héroes, razón que me permite dedicar unas líneas a este relevante acontecimiento de la historia de la nación cubana.

EL VELATORIO DEL TITAN Y SU AYUDANTE

 Ya es suficientemente conocido lo narrado acerca de lo acontecido en  la acción de san Pedro. Me limitare a exponer la odisea a partir de “Pozo de Lombillo”, donde fueron lavados y velados los cuerpos. Para comprender la amargura del momento es válido  remitirse a un testimonio de Manuel Piedra Martel, en su obra: “Mis primeros 30 años”. Donde relató aquel doloroso y triste instanteL (Cito) "Bajo un cobertizo formado por algunos horcones y una parte de la techumbre de una caseta en ruinas, en las cercanías de un tanque, yacía el cadáver de Maceo y, junto a este, tendido en igual posición, el de Panchito Gómez. Visto a la amarillenta y vacilante luz de aquel nunca tan triste crepúsculo otoñal, el héroe parecía dormido... El tiempo no había dado aún a su robusto y bien modelado cuerpo la rigidez característica de la muerte, ni alterado las líneas suaves de su rostro.".(fin de la cita)

EL CACAHUAL Y PEDRO PEREZ

Allí montaron la primera guardia y se rindieron los honores correspondientes en campaña. Prolongaron la velación hasta la madrugada. Y, de nuevo la marcha lenta, con la preciada carga, en fúnebre caravana. Eligieron El Cacahual, sitio este último que,en la primitiva división político-administrativa realizada en la colonia-, pertenecía a Rincón, como el lugar .para sepultar los restos10. De esta manera marchan hasta la finca de Pedro Pérez, entre Bejucal y  Santiago de las Vegas, por ser el sitio más alejado, ignoto y seguro.

¿Quién era Pedro Pérez, este hombre salido del anonimato? Era un apacible y afable cubano, de carácter franco, propio de nuestros hombres del campo. Tío político11 del coronel Juan Delgado. Cuando se inició la guerra del 95, “Don Pedro”,-como le llamaban sus familiares y amigos-, vivía en la finca La Dificultad. Con él residían su esposa Candelaria, sus hijas SIxta  y Candelaria  y sus cuatro hijos varones: Leandro, Ramón, Romualdo y Abraham. Estos campesinos,-como afirma José Miró Argenter -:”(…) tenian aspectos de hombres de bien, y se les hizo entrega de los dos cadáveres; ellos ofrecieron que bajo ningun concepto divulgarian la noticia…”

Cuando en la madrugada del 8 de diciembre de 1896 el coronel Juan Delgado lo llamó y le encomendó la delicada  y responsable tarea patriótica, Pedro con buen sentido eligió para ello un lugar, que si bien quedaba próximo a su casa, estaba  lo suficientemente apartado como para no poder ser localizados por los enemigos de la causa cubana, quienes con seguridad lo buscarían afanosamente. Por tal motivo, Juan Delgado no permitió a sus acompañantes presenciar el enterramiento y se marchó con sus hombres del lugar.Unicamente quedaron esos campesinos con los cadáveres de esos patriotas.

EL PACTO DEL SILENCIO

Con la entrega sigilosa y el compromiso –fielmente cumplido-” “Cuando Cuba sea libre lo comunicarás al Presidente o al General Gómez”, quedó sellado  en un pacto que la historia ha definido como el “Pacto del Silencio”. Con las últimas paletadas de tierra se abría uno de los más hermosos capítulos de fidelidad en la historia de Cuba. Es justo que las nuevas generaciones conozcan y veneren este hecho, brillante ejemplo de lealtad a la Patria, donde Pedro Pérez Rivero y sus hijos, Romualdo, Leandro, Abraham y Ramón, tuvieron que aplicar aquella enseñanza martiana de que: hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas. Esta fue la hazaña aún poco conocida de los abnegados mambises, que después de un día entero de enfrentar la muerte a cada paso, en una noche lluviosa y fría, y por demás, intranquilos y preocupados  de que pudieran volver a caer en poder del enemigo esos restos. Es también la historia y el rol desempeñado por  el noble anciano Pedro Pérez y sus hijos que afrontaron un gran riesgo porque si esos cadáveres hubieran sido localizados por los españoles, no la habrían pasado nada bien. En esas lomas, ignorados de casi todo ser viviente y a corta distancia de un fortín español descansan honrosamente, en tierra cubana esos restos (sic), evitando el peligro de la violación y de la profanación de los enemigos.

La confianza depositada en aquel campesino, Pedro Pérez Rivero y sus hijos, fue bien merecida: antes de empezar a clarar el nuevo día, yacían juntos en una misma fosa y a pesar de las muchas pesquisas realizadas, no se supo, antes del fin de la guerra, el lugar exacto de la sepultura y quiénes habían realizado empresa tan extraordinaria y comprometedora.  El silencio quedó sellado en aquel  pacto:” “si es necesario morir, debemos morir”. Del  celo con que se cumplió aquella dolorosa encomienda dan fe varios hechos:--

-Antes de comenzar el trabajo se tomaron todas las precauciones necesarias para que el secreto quedara sellado entre los hijos, y el padre, nada se dijo al resto de la familia. De ser así, carece de fundamento lo divulgado por algunas fuentes orales y publicaciones periódicas acerca de la participación de Doña Juana Dominguez Martell -quien unida por vínculos familiares con Pedro Pérez-, por ser madrastra de este último, participó en la supuesta acción de última limpieza de los cuerpos y un  segundo velatorio en el Cacahual, en la madrugada del 8 de diciembre de 1896. Llama la atención que en las fuentes consultadas no se ha encontrado documento probatorio, testimonio confiable ni entrevista alguna que sirva de sustento o avale tales referencias. Esto representa un tema interesante para futuras investigaciones que arrojen luz acerca  de  tal asunto aún insuficientemente esclarecido.

-   Sus hijas SIxta  y Candelaria  fallecieron antes de la exhumación, pero ellas no llegaron a tener nunca conocimiento de la existencia de aquella secreta tumba cavada por el padre y los hermanos y el secreto conservado.

      -  Se procedió con tanta cautela y celeridad y se enmascaró de modo tan eficaz  el lugar que no suscitó la menor sospecha21. Ni siquiera se colocó una cruz que marcara el sitio de la inhumación, todo debía quedar grabado en la memoria.

A pesar de las precausiones extraordinarias, algo se filtró del hecho, pues el periódico norteamericano “The World”, en su página 2, columna 5, del día 16 de diciembre de 1896,a los ocho días,publicó lo siguiente:“El capitán general Weyler publica un comunicado sobre las circunstancias que rodean la muerte de Maceo, donde dice que el cuerpo está enterrado cerca de Bejucal, entre Rincón y Santiago de las Vegas, en al provincia de la Habana.” Pero, a pesar de los ingentes esfuerzos y sospechas, nunca pudieron conocer con exactitud el sitio donde se encontraban los preciados restos, ni las personas que ralizaron el enterramiento.

UN CUARTO HIJO DE PEDRO PEREZ EN EL ENTERRAMIENTO

 Algunos testimoniantes e historiadores  que han analizado  este hecho singular  se han expresado acerca de la presencia  de un cuarto hijo de Pedro Pérez, como otro de los que realizaron el enterramiento y por tanto  partícipe del conocido compromiso histórico o Pacto del Silencio”. Sin embargo, esto no se había comprobado hasta hoy. Afortunadamente, en el proceso de búsqueda de información para una nueva obra sobre el tema , se ha encontrado la respuesta a dicho enigma, lo que permite reparar una  omisión histórica presente todavía en el Obelisco existente en el Cacahual  dedicado a la familia Pérez y al Pacto del Silencio .

En conclusión, “…Hay hombres  que llevan en si el decoro de muchos hombres”, como señalo el apóstol, ese es el caso del campesino Pedro Pérez  Rivero y sus hijos, fieles custodios  de aquellos restos mortales  hasta el final de la contienda .

CONCLUSIONES

En fin, este es el hecho que se conoce como El Pacto del Silencio,un pacto de conciencia y patriotismo que únicamente tuvo por testigo a cinco hombres que guardaron tan importante secreto durante un poco más de tres años, hasta que apareció en la finca de los  Pérez el General en Jefe del Ejercito Libertador Máximo Gómez ya terminada la guerra. Los sorprendidos vecinos y amigos de los Pérez supieron entonces el destino de los dos héroes caídos y el nombre de los que guardaron tal  secreto.

FUENTES

·José Miró Argenter. Cuba. Crónicas de la Guerra, Instituto del Libro, La Habana, 1970, p.717

·Dionisio Arencibia. Segundo Jefe del Regimiento Santiago de las Vegas.En revista Bohemia, 8 de agosto , 1946.

 13-Dionisio Arencibia .Ob. Cit. 

· Periódico La Discusión,  

     Ver Revista Palabra Nueva No. 146. Arquidiócesis de La Habana.Pág. 41-43. Noviembre         2005                                                                                                                                                    Eduardo Milian. El Monumento del Cacahual. Historia  y Tradición

         

 

 

Fotogalería: El Pacto del Silencio. Precisiones históricas