Artículo publicado por vez primera en junio del 2015.  

 

EL MAYOR GENERAL MAXIMO GOMEZ BAEZ. FUNERAL DE UN HEROE.

 

“Si te quedas sola, no te aflijas ni llores, pues que yo entonces

desde las regiones de lo desconocido velare por ti hasta

 que te reúnas conmigo. Tu papa te besa “

. Máximo Gómez (*) a su hija Clemencia.

 Por.Eduardo Milian 

  El  17 de junio de 1905 es uno de los días más tristes y recordado en los inicios de la república cubana, ese día el país es conmovido y se vistió de luto por el fallecimiento del Mayor General  Máximo Gómez Báez a la edad de 69 anos en su villa habanera rodeado de su familia y colaboradores más cercanos. Como todos los grandes hombres en la historia que por su proceder en los actos de sus vidas apegados al decoro, a la nobleza y la probidad, murió pobre ;sin fortuna personal  pero rodeado del cariño, el respeto  y la admiración del pueblo por el cual luchó incansablemente por espacio de 30 años. En el Autógrafo preparado por la familia para recoger las firmas de los que se interesan por su estado, - documento que  se encuentra en el Archivo Nacional de Cuba- se aprecia con nitidez los nombres de las personas que día a día  siguen de cerca la evolución de su quebrantada salud (*).La preocupación por la vida del veterano mambí era generalizada en todo el país.

El heroico luchador a pesar de las conocidas diferencias transitorias con  el presidente Estrada Palma por su postura frente a la reelección  nunca guardo rencor, porque  jamás cultivo ese nocivo sentimiento. Esta actitud emana de  sus principios  y  clara visión del daño que hacen los gobiernos  dilatados o dictatoriales  a sus pueblos, idea que había escrito en cierta ocasión  a Freire de Andrade: “No olvides que el mejor gobierno es el que menos (tiempo) gobierna”… Se confirma una vez más el proverbio Martiano acerca del hombre que "ha sabido ser grande en la guerra y digno en la paz.

En mi  memoria conservo el recuerdo del contexto pre republicano cuando Don Tomas no quería ser Presidente de Cuba; Máximo Gómez fue una de las personas que más influyó para que aceptara ser candidato. Ahora en  este difícil  instante la presencia de Don Tomas era imprescindible.

No es propósito de este articulo enjuiciar al hombre que presidia la primera república pero es necesario subrayar que el incomprendido  patriota de brillante trayectoria, unos de los cubanos más olvidado y calumniado de finales del siglo XIX y comienzos del XX, hacia acto de presencia en aquel instante tan doloroso para la patria. El hombre que en su desempeño en la presidencia encontró un “océano de dificultades” y calumnias. Una  realidad histórica que como expone la profesora Emérita (Universidad de Montclair) Margarita García,”…la historiografía actual ha  querido ocultar  y/o  negar en nuestros días”…,(***) sobrevalorando las manchas y omitiendo la luz”, esa  que nos hablo el Apóstol.

Ese día  por la mañana en medio de la gravedad  del Generalísimo algunos colaboradores preguntan si estima oportuna la visita del Presidente Estrada Palma y da su última orden:

 “…Lo reclamo…”.

Esta actitud es demostrativa de la pureza de los sentimientos y del patriotismo de Gómez. Por razones  impostergables de Estado el mandatario cubano arribo 15 minutos antes en medio de la agonía; no había podido arribar antes  a la casa de 5ta y D.

A las seis en punto de la tarde, después de un largo letargo hasta su  fallecimiento el doctor Pareda da la noticia, no por esperada menos dolorosa. Dice: «Señores, el General ha muerto» .De este modo,  Cuba perdió, al Generalísimo Máximo Gómez Báez, el último de los tres grandes, junto a José Martí y Antonio Maceo, de las luchas independentistas del siglo XIX en la Isla. Este fue el mayor entierro que conoció la Isla hasta esa fecha. Como todos los grandes hombres en la historia que por su proceder en los actos de sus vidas apegados al decoro, a la nobleza y la probidad, murió pobre; pero rodeado del cariño, el respeto  y la admiración del pueblo por el cual luchó incansablemente.

A las 11:30 de la noche de ese día el Senado, en sesión extraordinaria, declaraba Luto Nacional los días 18, 19 y 20 de junio, y establecía que los cuerpos armados guardaran duelo oficial durante nueve días. Disponía que las honras fúnebres tuvieran carácter nacional y votaba un presupuesto de hasta 15 000 pesos para los gastos del sepelio. El cadáver sería velado en el Salón Rojo del Palacio Presidencial (antiguo de los Capitanes Generales) y se tributarían al difunto las honras correspondientes a un Presidente de la República. Poco después se reunía la Cámara de Representes y aprobaba, también por unanimidad, el proyecto del Senado que, sancionado por el Presidente Estrada Palma, se convertía en ley y se publicaba de inmediato en una edición extraordinaria de la Gaceta oficial.

El erudito dominicano Pedro Henríquez Ureña, testigo de los hechos, escribiría:

«Estaba prohibido hacer música y no se oía vibrar un piano ni sonar uno de los muchos fonógrafos de La Habana. Cada media hora, durante tres días, disparaba el cañón de la fortaleza de La Cabaña; y cada hora tañían las campanas de los templos. Cerrados los teatros, las oficinas, los establecimientos, ofrecían las calles llenas de colgaduras negras y banderas enlutadas, un aspecto extraño con las multitudes que discurrían convergiendo hacia el Palacio».

La Isla quedó paralizada.

EL SEPELIO MÁS GRANDE DE LA HISTORIA

A las tres de la tarde del martes 20 de junio, al toque de 21 cañonazos, sale el cortejo fúnebre desde el Palacio Presidencial con destino a la Necrópolis de Colón. Es el sepelio más grande que se haya visto en Cuba hasta ese momento. Veinte carruajes y dos largas hileras de personas se requieren para trasladar las ofrendas florales. Hay alteraciones del orden en Galiano y San Rafael, y en Reina y Belascoaín, porque la multitud insiste en llevar el féretro en hombros y en esos lugares, y también en el cementerio, la fuerza pública trata de controlar la muchedumbre a golpes. Por suerte, los ánimos se calman cuando José Cruz y Juan Barrena, los cornetas de siempre del General, tocan silencio y generala, el toque que tantas veces acompañó los combates en la manigua insurrecta. Los generales mambises Bernabé Boza, Emilio Núñez, Pedro Díaz y Javier de la Vega sacan el ataúd del carruaje que lo condujo a la Necrópolis y lo depositan en la fosa.

No hubo despedida de duelo. Su sepelio fue tan sencillo y grande como su vida. Así termina la vida del hombre que fue tan grande en la guerra como en la paz .El  mismo que     cierto día afirmo acerca de su vida en Cuba:

 “la historia de mi vida militar y política en Cuba es un libro abierto, en donde todo el mundo puede leer” (***). Ese es el Mayor General Máximo Gómez Báez, el cubano por derecho  que por la  ejemplaridad de su vida y acción nos enorgullece. “Honor y gloria al héroe de mil combate”.

 

FUENTES BIBLIOGRAFICAS:

(*) Un párrafo de un pensamiento del Generalísimo en el álbum de niña de su hija Clemencia Gómez. Cuadernos de poesía. Calabazar 1902.(Inédito) Archivo personal del autor.

(**)Museo Máximo Gómez.[Archivo].Autógrafos de personas interesadas por la salud del   Generalísimo.  Junio 5 al 17, 1905.

Biografía de  Máximo Gómez. Autores varios.

(***)Margarita García, profesora Emérita cubana (Universidad de Montclair) y residente en New Jersey, EE.UU. Antes de “Cuba Libre”. El surgimiento del primer presidente de Cuba: Tomás Estrada Palma

Textos de Minerva Isa y Eunice Lluberes; Eduardo Robreño  y José M. González Delgado)

Biografía y vidas. La Enciclopedia Biográfica en Línea.

 Francisca Lopez Civeira.El Generalísimo en la Capital. La fuerza de un simbolo.

Gladys Linares. A 110 años de la muerte del Generalísimo. 17 de junio del 2015, CUBANET.

Eduardo Milian B. El Generalísimo Máximo Gómez. La metáfora de un símbolo.

-----------------------. El Mayor General “Máximo Gómez Báez: Un fragmento de su vida en la paz”(1900-1902)

Museo Máximo Gómez. Archivo].Autógrafos de personas interesadas por la salud del   Generalísimo.  Junio 5 al 17, 1905.

Archivo Nacional de Cuba

Museo de Santiago de las Vegas.

Iconografía de Máximo Gómez Báez

Pedro Máximo Vargas Gómez. Entrevista. Calabazar, 1989.

Archivo Nacional de Cuba. Fondo Máximo Gómez , Legajo 27 No, 3735

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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